Se trata de una enzima muy común que regula numerosos procesos celulares que en ocasiones tienen que ver con la saciedad y alimentación
La obesidad acaba cada año con la vida de al menos 2,8 millones de personas. Las causas son multifactoriales, entre las que se incluyen factores genéticos, sociales y culturales.
Un reciente estudio, llevado a cabo por los investigadores de la Universidad Johns Hopkins (EEUU) y gracias a los experimentos con ratones realizados por el equipo de Richard Huganir y Olof Lagerlöf, ha podido establecer que la ausencia o deficiencia de una única enzima, la OGT, es suficiente para controlar la sensación de hambre.
Al «desconectar» la producción de OGT, un pequeño circuito neuronal situado en el PVN (núcleo paraventricular del hipotálamo) parece dejar de funcionar correctamente mostrando una capacidad mucho menor de enviar señales. El resultado, según se ha observado en los ratones, los animales comen más.
El descubrimiento de este mecanismo abre nuevas líneas de investigación que podrían traducirse, con el tiempo, en métodos y tratamientos contra la obesidad.